Alabado sea Jesucristo…
Jesús en el Sagrario abandonado, víctima del agravio y del olvido, contempla cómo el mundo, enloquecido, camina por las sendas del pecado.
¡Cuántos Pedros cobardes le han negado! ¡Cuántos Judas traidores le han vendido!
¡Y cuántos pecadores, son y han sido, los que abrieron de nuevo su Costado!
¡Alma! Si quiera sé tú de las fieles y con tu amor endúlzale las hieles…
Del templo en el recinto solitario, ¡consolar a Jesús que a solas llora!
No hallarás en tu vida mejor hora, que aquella que pasaste ante un Sagrario.
Rufino Villalobos