Alabado sea Jesucristo…
¿Es posible alegrarse “siempre”? Más bien pasamos la vida preocupados, amargados, tristes… porque las cosas no nos salen como las imaginamos.
Ayer fue el Domingo de la Alegría: grita de alegría… alégrate y regocíjate de todo corazón… no temas… que no desfallezcan tus manos… ¡Qué mensaje! Para remarcarlo, San Pablo agrega. Alégrense siempre en el Señor.
La Palabra de Dios no es “dulzona e ingenua”. El fundamento de la alegría cristiana no está en las cosas de este mundo, sino en la fe, en el Señor que está cerca.
El Adviento nos alienta a tener esta experiencia de la cercanía de Dios. ¿Cómo? Leyendo y reflexionando su Palabra; rezando; mejorando nuestra vida; confesando nuestros pecados; preocupándonos más por ayudar a quienes lo necesitan. Entonces nos dice San Pablo: la paz de Dios que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
El Domingo