“El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”
Te adoro Padre mío, por tu corazón abierto, dispuesto siempre a la misericordia y al perdón, tu corazón que me desea libre del pecado pero que me espera con admirable paciencia; dame la gracia de tener un corazón compasivo con mis hermanos.