Gracia al supremo
Nacemos llorando, enfrentando la vida con puños cerrados y el alma encendida. Sin saber qué viene, sin saber qué haremos pero el pecho late por el don Supremo.
Damos pasos cortos y abrimos las manos. Avanzando lento a pasos gigantes, bebemos el viento y olemos a triunfo, semos del creador el perfecto fruto.
Y llega el otoño y el invierno frio, y olvidamos pronto lo que hemos vivido. Cariño, familia, rutina, olvidamos fácil de Dios la autoria.
Gracias mi Supremo ¡Gracias infinitas! A ti sólo a ti debemos la vida, el aire, la risa, la piel, la caricia, el águila, el viento, la arena, la orquidea.
Autora: Cristina Obreque
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