Alabado sea Jesucristo…
El bautismo es el comienzo de todos los regalos que Dios nos va haciendo en la vida (En rigor, el regalo comienza con la vida misma). Con el “baño” purificador del bautismo se inicia el más maravilloso título que adorna a todo ser humano: ¡Somos hijos de Dios! Ese día el padre Dios también susurró junto a nuestro corazón: Tú eres me hijo muy querido… Por eso, luego Jesús nos enseña a llamar “Padre” al Dios altísimo.
Bastaría con estar convencido de esta verdad fundamental de nuestra fe para que afrontemos las “batallas” de la vida con confianza, serenidad y alegría: ¡Soy un hijo muy querido de Dios!