Alabado sea Jesucristo…
Siguiendo con le meditación de la Liturgia de ayer domingo, digamos que el Evangelio no se ocupa de temas económicos o sociológicos, pero cuando aparece el tema dinero, riqueza económica, Jesús denuncia la injusticia y la despreocupación por el indigente.
La Liturgia habla de la insensibilidad que el dinero puede producir en el corazón de quien se aferra a él. El tema del buen uso de los bienes materiales comenzó el domingo pasado con la parábola del administrador infiel.
Hay que entender bien el mensaje del Evangelio: el hombre rico no se condena “por ser rico”, sino que su pecado es netamente la omisión. El hombre rico se condena por su insensibilidad, por desentenderse de una necesidad conocida y manifiesta: A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico…
Preguntémonos: ¿Cuánto cae de nuestra mesa? ¿Cuánto sobra en nuestros placeres y alacenas? Todos somos ricos con relación a los que no tienen ni lo elemental. ¿Es que nos cuesta tanto soltar nuestro dinero y ser sensibles y generosos?
“El Domingo”
Sagrado Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y servirte. La mies es mucha y pocos los obreros para recogenla. Es la Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo siembro cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la Fé, en el Sagado Corazón de Jesús. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López