Alabado sea
Jesucristo…
Oh, Gloriosa Virgen
María, escogida por decreto eterno del Altísimo para ser la Madre del Verbo
Encarnado, tesorera de las divinas gracias y abogada de los pecadores. Yo tu
muy humilde siervo a ti recurro, a fin de que te dignes ser mi guía y consejera
en este valle de lágrimas. Consígueme el perdón de mis pecados, la salvación de
mi alma y todo cuanto sea necesario y útil para obtenerla. Intercede también
Madre para que la Iglesia triunfe sobre sus enemigos y el Reino de Jesucristo
se propague por toda la tierra.
Oh Amadísimo Jesús!
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya. Inunda mi alma de tu
espíritu y vida. Penétrame y aduéñate tan por completo de mí, que toda mi vida
sea una irradiación de la tuya, ilumina por mi medio y de tal manera toma
posesión de mí, que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu
presencia en mi alma. Que al verme no me vea a mí, sino a Ti en mí. Permanece
en mí. Así resplandeceré con tu mismo resplandor, y que mi resplandor sirva de
luz para los demás. Que no te pregone con palabras sino con mi ejemplo, con el
influjo de lo que yo lleve a cabo, con el destello visible del amor que mi corazón. Amén.
¡Buenos días!
Generosidad es amor
El mal ha entrado
en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y
búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Cada día puedes empezar a ser
generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón,
descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más
de lo que das.
Una niñita llamada Luz sufría una extraña
enfermedad. Su única oportunidad era una transfusión de sangre de su hermanito
de 5 años, que había sobrevivido por milagro a la misma dolencia y tenía los
anticuerpos para combatirla. El doctor preguntó al niño si estaba dispuesto a
dar su sangre a la hermanita. Dudó un momento, pero luego dijo: Si, lo haré, si
eso salva a Luz. Durante la transfusión estaba acostado al lado de la hermana.
Había sonrisas al ver cómo retornaba el color a las mejillas de la niña.
Entonces la cara del niño se puso pálida. Miró al doctor y le preguntó con voz
temblorosa: ¿A qué hora empezaré a morirme?
Pensaba que le daría toda su sangre a su hermanita. Y aun así se la
daba.
“Hay personas
pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican
alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. Yo
conozco personas que fueron ofendidas y supieron perdonar. Yo conozco todas
esas personas… y su secreto es amar”. Que pases por el mundo desparramando
amor.
Padre Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más
para adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín:
Señor a Ti solo busco, a Ti solo amo y tuyo quiero ser. Mi
único deseo es conocerte y amarte. (Sol 1,1,). La mies es
mucha y pocos son los obreros para recogerla. Es la
Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo siembro
cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que
se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y
suplico a todos los creyentes y no creyenes, que pidan al
Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni
hambre en el Mundo y reine la Paz en todos los rincones del
Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está
conmigo. Casimiro López