Alabado sea Jesucristo…
La enseñanza de Jesús siempre es el amor. Dar incondicional y gratuitamente. Como hace Él. El amor del Padre es universal. Jesús pide a sus seguidores y seguidoras unas relaciones nuevas fundamentadas en el amor a todos, incluso a los enemigos. Amar al enemigo es hacer el bien a todos, actuar siempre con bondad y generosidad, prescindir de toda actitud, rencor, venganza, violencia... que pueda hacer daño a los demás. Y no esperar nada a cambio.
El único motivo es porque el Padre actúa así: es bueno, compasivo, tierno con todos. No tiene sentido sentirse hijos del Padre y no considerar y tratar a todos como hermanos. Debo recordar que mi prójimo son todas las personas. También las que tienen otro temperamento, otra cultura, otros gustos, diferentes opiniones... Con ellas he de imitar y practicar el amor gratuito y universal de Dios, Padre de todos.
¡Buenos días!
El amor que plenifica
La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.
Amar, no es sentirse emocionado por otro, sentir afecto sensible por otro, abandonarse en brazos de otro, admirar a otro, querer poseer a otro; amar, es en esencia entregarse a otro y a los otros. El amor es un camino de una sola mano: parte siempre de ti y se dirige a los demás. Cada vez que tomas un objeto o a un persona para ti, dejas de amar, pues dejas de entregarte. Vas a contramano. Revisa a menudo la autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a preguntarte: ¿amo? Analiza: ¿renuncio a mí mismo, me olvido de mí mismo, me entrego? (Michel Quoist).
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
Padre Natalio