Alabado sea
Jesucristo…
La familia es lo más importante y valioso que tienes.
Considérate un privilegiado y reconoce en ella tu mayor riqueza.
La familia es como un oasis en el desierto de la vida. En
ella es donde saciamos nuestra sed de amistad, orientación, comodidad. Con ella nos sentimos seguros de que no
estamos solos en esta jornada. Tus familiares son tus mejores amigos. Ellos sí realmente, te quieren.
La
familia es la base que sostiene la sociedad. Es tu refugio en los días
de tormenta. Presérvala como un tesoro que es igual para
ricos y pobres.
¡Buenos días!
Conserva la calma
Defiende y
cultiva la paz en tu corazón, porque es el clima indispensable para crecer en
plenitud en todas las dimensiones de tu vida. Vigila cuanto entra en tu corazón
para que no se infiltre en él el polvo de la ansiedad, el ácido de la
irritación, o el veneno del odio. Gozar de la paz profunda del alma merece
estar en permanente alerta.
En los momentos críticos aprende a conservar
la calma, de modo que tus decisiones sean justas y sabias. En lugar de
exasperarte y dejarte dominar por la ira, cállate porque el silencio aquieta.
Respira profundamente y ora. Ganas serenidad si cierras tus ojos y te ves en un
lugar paradisíaco, mientras repites pensamientos positivos. Recuerda que Dios
está en tu corazón y estarás tranquilo sin desesperarte. La ira es fuente de
males casi siempre más graves que aquellos que la causan. Corta las raíces de
la irritación:¿Cómo podrás apagar el incendio de la ira si lo alimentas con la
leña del fanatismo, el rencor o la soberbia? El hombre espiritual es dueño de
sí mismo ante la adversidad.
¿No has
comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo semanas de
amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en un momento de enojo te
evitará cien días de dolor”. Cada día pídele al Señor toda la paciencia que
necesites. Dile “Concédeme hoy fortaleza, paciencia y serenidad. Que nada ni nadie
me perturbe”.
Padre Natalio