Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

EL RECUERDO DE MI SUEÑO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
  
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
  Herramientas
 
General: ODIARSE A SI MISMO
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Carlitos Bar  (Mensaje original) Enviado: 25/07/2014 02:37

 

carlitos-10.gif


Odiarse A Si Mismo
                    
Cada vez me impresiona más el número de muchachos que  me encuentro en la vida que se odian a sí  mismos. No digo que «estén descontentos de sí mismos» (cosa  que me parece natural y magnífica), sino muchachos que no  se soportan tal y como son, que se rechazan a  sí mismos, y lo que es mucho peor, que se  odian y se desprecian cruelmente.

Los muchachos, ya lo sé, son  todos -fuimos todos también- un poco melodramáticos, y cuando se  autodefinen como «basura», como «un idiota de mierda» o aseguran  que «se dan asco», hay que rebajarles siempre un poquito.  Pero hay que aceptar que su sufrimiento es verdadero. Y  que pocos hay tan serios como este de que los  que no se aceptan a sí mismos.

¿De dónde viene este  auto desprecio? A veces llega de hechos objetivos, graves, aunque no  invencibles, como podría ser el haberse encontrado atrapados por la  droga o el descubrir en si tendencias sexuales menos normales. Otras, el desprecio surge de anécdotas transitorias, pero para ellos  tremendas: un fracaso amoroso o un trabajo que tarda en  encontrarse. Pero con frecuencia viene también de dolores imaginarios: gente  que no se acepta porque es gorda, o porque es  fea, o porque hubiera querido añadir un palmo a su  estatura, o porque se experimentan cobardes o perezosos.

Yo sé, naturalmente, que cada caso es cada caso y que es absurdo  generalizar, pero por si a alguien le sirve me gustaría  contar algunas cosas.

La primera es que nadie es un bicho  raro, aunque «todos» en la adolescencia nos hayamos creído que  lo éramos. A los diecisiete-veinte años nos nace la personalidad  y brotan dentro dos aspiraciones contradictorias: una según la cual  quisiéramos ser como los demás y otra que nos empuja  a realizar nuestra individualidad. Sólo el paso del tiempo nos  va descubriendo que hay que elegir lo esencial de lo segundo y lo accidental de lo primero, de modo que  seamos lo que somos sin, por ello, convertirnos en bichos  raros. Pero quedando claro que la fidelidad a sí mismos  es fundamental.

¿Y cuándo «ese hombre» que nosotros somos nos resulta  odioso? Recuerdo que tendría yo dieciocho años cuando leí una  frase que fue fundamental en mí madurar. Era de Bernanos  y decía así: «Hay que amarse a sí mismos lo  mismo que a cualquier otro pobre miembro del Cuerpo místico  de Cristo.» Dicho, si se quiere, con palabras menos teológicas: hay que aprender a mirarnos a nosotros mismos con la  misma ternura con que nos miraríamos si fuéramos nuestro propio  padre. Entonces descubriríamos que nadie es odioso, que desde cualquier  naturaleza, desde cualquier modo de ser, se puede saltar a  la felicidad, aupándose sobre si mismos.

SI, todo hombre debe dar  dos pasos: el primero, aceptarse a sí mismo; el segundo, exigirse a sí mismo. Sin el primero caminamos hacia la  amargura. Sin el segundo, hacia la mediocridad. Todos podemos ser  felices y mejores, pero «desde» lo que somos, podando nuestros  excesos, desde la fidelidad a lo interior: como el escultor  -que quita los pedazos que le sobran a un bloque  para convertirse en estatua-, mas no intentando pegarnos trozos postizos,  robados aquí o allá. Aceptando lo que viene de fuera,  pero sólo después de haberlo convertido -como el alimento- en  nuestra sustancia.

Ahora voy a aclarar que cuando hablo de «ser  fiel a sí mismo» no lo confundo con «encerrarse en  sí mismo». Pasarse la vida ante el propio espejo termina  siempre llevando al odio hacia nuestra alma. Lo que no  se airea se pudre. Y sobre todo en la adolescencia  es imprescindible tener alguien en quien confiar. No se puede  ser joven sin amistad. Y es cierto que al entregarnos  a otros nos llevamos bastantes batacazos. Pero también descubrimos que en el mundo hay mucha más comprensión y mucho más  amor del que nos imaginamos. Encontrarlo es a veces un  milagro. Pero por fortuna los milagros existen.

Tengo aún que añadir  una segunda aclaración: que cuando hablo de «ser lo que  soy» no olvido que soy «para» los demás o para  «algo». Ser para ser felices es poquita cosa. Ser para  ser útiles es mucho más serio, con la súper ventaja de  que siendo útiles se nos dará, por añadidura, el  ser felices. Por eso generalmente la mejor manera de aprender  a arriarse a sí mismo puede ser dedicarse a amar  a los demás. Por eso ya he hablado alguna vez  en este «Cuaderno de apuntes» de la vida entendida corno  un trampolín: hay que asentar bien los pies en lo  que somos para poder saltar mucho mejor y mucho más  lejos hacia lo que queremos ser y hacia la realidad  que nos rodea.

Todo menos encerrarse en la madriguera del alma.  Todo menos mecerse como un feto en nuestro propio  vinagre. Todo menos pasarnos la vida lamiendo nuestras heridas. Recordando  que el mandamiento que dice «amarás al prójimo como a  ti mismo» lo que manda es empezar a amarnos a  nosotros mismos para luego tener más amor que repartir. 

José Luis Martín Descalzo

 

Con Cariño Y Mucho Amor!!

 

Carlitos

 

PAREJAACABALLOSELLO.jpg picture by MONTSE_028

 



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Casimiro López Cano Enviado: 26/07/2014 20:21





 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados