se estaba ahogando.
Pero una paloma,
posada en un árbol cercano, cortó una hoja y se la tiró.
La hormiga se subió a ella y se salvó.
Mas un pajarero,
que andaba apostado y con los lazos preparados,
quería capturar a la paloma.
La hormiga salió y le mordió un pie.
El pajarero, al sacudirse,
movió los lazos y entonces la paloma escapó y se puso a salvo.
Incluso los más insignificantes
son capaces de proporcionar grandes servicios a sus benefactores.