Atí,
llego hasta tí silenciosamente,
sin querer que mi aliento tan próximo a tu boca
pueda siquiera rozar tus labios.
Quiero acariciar tu rostro,
besar tus ojos,
sentir tu piel....
y me acerco más, más a ti...
con temor a que te alejes,
a que te puedas disipar ante mis ojos,
y quiero atraerte hacia mí,
pero no quiero que me veas,
quiero que me sientas,
que sientas de mi amor aún sin mi presencia,
que renazca en tí la misma magia,
que tu pecho sea un galopar de sueños
por mi, por sentirme también a mi,
con amor... poco a poco,
dejándo que surja como brisa sobre viento,
que sientas de esta ilusión que de palabras no necesita para vivir,
sino de esperanzas,
de que me llegues a amar algún día,
que aún sabiendo de mi ausencia sepas de mi calor,
de mi piel, de mi boca.
No se aún amarte, sólo sé pensarte,
y no dejar ni un solo instante de soñarte,
de añorarte y de esperar ese día para poder ver de nuevo tu rostro,
oir en mis oidos tu voz,
reirnos acompasadamente ante nuestras vivencias,
nuestros momentos solo nuestros
y poder pasear percibiendo el frescor de las olas
como bañan nuestros pies,
y enseñarte esa puesta de sol
que no deja de convertir a esa mar plateada
en filones dorados con brillantes estrellas
que se reflejan en ese mar,
ante tus ojos.
Deja que surja la magia,
que llegue como ola que va bañando la orilla de nuestro corazón..