La belleza ejerce un tal poder de fascinación sobre los humanos,
que están siempre tentados de acercarse
a ella para tocarla, alcanzarla, poseerla.
Pero la belleza no puede ser poseída porque no
pertenece por esencia al mundo físico;
es por ello que si solamente se intenta rozarla, se escapa.
La belleza es un mundo hecho exclusivamente para los ojos;
no está destinada ni para la boca ni para las manos.
Le gusta ser observada, pero no soporta que la toquen.
Es preciso pues estar siempre muy atento
cuando se encuentran seres que son bellos.
Aquel que no tiene una buena actitud
puede ahuyentar las entidades celestiales
que lo habitan y que le dan esta belleza.
Y si estas entidades se alejan, sufrirá,
ya que perderá este elemento impalpable
que embellecía también su vida.
Nuestra felicidad, nuestra inspiración
dependen pues del respeto que manifestamos hacia la belleza.
Aprendiendo cada día a contemplarla,
saboreamos la vida verdadera.
Omraam Mikhaël Aïvanhov