Desde los crepúsculos
Pulsar amor,
la sutil selección
de la silaba exacta
al ápice
que tus oídos reclaman.
Entrar a la lenidad
de tu alma
como un corcel de batalla
con crines de fuego
Habitar el madero
profundo donde mora
tu bandera calma.
Perpetuarme en blasón
en las redes de tus labios
que cuando callan
se sumergen en la tarea de la piel.
Sentir tus manos
urdidas de espuma
tornarse mareas rojas
impregnando del corazón a mis pies.
Por cierto amor
tocar el presente
con la insustituible pasión
ordenada con que principié este poema,
tu rostro amparado
en mi espalda,
desde un ayer de crepúsculos cadmios
hasta el dedo punzante de madrugada,
estirando cada palabra
para regodearme en la permanencia
de tu cálida figura estática.
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina