Una hermosa historia cuenta de una cristiana que
soñó con tres mujeres que estaban en oración.
Mientras permanecían de rodillas,
el Maestro se les acercó.
Se acercó a la primera, se inclinó hacia ella con gracia
y ternura, con una sonrisa llena de radiante amor y
le habló con voz pura, dulce y musical.
Apartándose de ella, se acercó a la segunda, pero
solamente le puso la mano sobre la cabeza inclinada,
y le dio una mirada de aprobación.
Pasó junto a la tercera en forma casi abrupta;
no se detuvo a hablarle, ni a mirarla.La mujer, en su
sueño, pensó: ¡Qué grande debe ser su amor por la
primera! A la segunda le dio su aprobación sin las
demostraciones de amor que le hizo a la primera;
la tercera debe de haberle ofendido
profundamente, porque Él no le dirigió una sola
palabra y ni siquiera una mirada al pasar.
¿Qué habrá hecho, y por qué hizo
tanta diferencia entre ellas? Mientras trataba de
explicarse la acción del Señor, Él mismo se le
acercó y le dijo:“—
Mujer, ¡qué mal me has interpretado!
La primera mujer necesita todo el peso de mi
ternura y cuidado para poder afirmar el pie en el
camino angosto. Ella necesita mi amor,
mi interés y ayuda todo el día. Sin él, fallaría y caería.
La segunda tiene una fe más fuerte y un amor más
profundo, y puedo estar tranquilo porque confía
en mi, no importa lo que haga la gente.
La tercera, que según tú no noté y aún descuidé,
tiene una fe y un amor de la más fina calidad.
A ella la preparo por medio de un proceso rápido y
drástico para un servició sublime y santo.Ella me
conoce tan íntimamente, y confía en mí hasta tal
punto, que no depende de palabras ni de miradas
ni de ninguna demostración externa de mi
aprobación.No desmaya ni se desalienta ante
ninguna de las circunstancias por las que
la hago pasar. Confía en mí aun cuando el sentido,
la razón y los instintos más finos del corazón natural
se rebelarían.
Sabe que estoy trabajando en ella para la eternidad,
y aunque lo que hago no se lo explica ahora,
lo entenderá después.Callo en mi amor, porque amo
más que lo que las palabras pueden expresar, o el
corazón humano puede entender.
Callo por amor a ti, para que aprendas a
amarme y a confiar en mí en respuesta espontánea y
espiritual a mi amor, sin que ningún estímulo
externo pida tal respuesta.
Dios hizo la Mujer como un regalo viviente.
Mirémosla y tratémosla como tal.....
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