"Cada gesto que impregnáis con una idea divina
se inscribe en los archivos de vuestra conciencia superior,
de la que van a brotar después energías benéficas.
Cada vez que emprendéis una tarea, por modesta que ésta sea,
con la convicción de participar en el buen orden de las cosas,
en la armonía que debe reinar en la tierra y en el Cielo,
esta tarea os fortalece.
Incluso en la vida cotidiana, lo que debilita a los humanos,
es que no saben con qué estado de espíritu deben llevar a cabo ciertas tareas.
O bien lo que tienen que hacer no les gusta y lo hacen refunfuñando,
o bien piensan que otros deberían encargarse
de hacerlo en su lugar y que abusan de ellos,
etc.
En estas condiciones, evidentemente,
la menor obligación se convierte en una carga insoportable.
Este estado de espíritu que influye muy negativamente en su psiquismo,
disminuye también su resistencia física, y se cansan rápidamente.
Pero el día en que se pongan a trabajar
con la convicción de contribuir al buen funcionamiento
del conjunto al que pertenecen,
sus esfuerzos dejarán de pesarles."