Corazones que arden
Un corazón lleno de alegría es resultado de un corazón que arde de amor.
La alegría no es solo cuestión de temperamento, siempre
resulta difícil conservar la alegría --- motivo mayor
para tratar de adquirirla y de hacerla crecer en nuestros corazones.
La alegría es oración; la alegría es fuerza;
la alegría es amor. Da más quien da con alegría.
A los niños y a los pobres, a todos los que sufren y están
solos, bríndales siempre una sonrisa alegre; no solo
les brindes tus cuidados sino también tu corazón.
Tal vez no podamos dar mucho, pero siempre podemos
brindar la alegría que brota de un corazón lleno de amor.
Si tienes dificultades en tu trabajo y si las aceptas con
alegría, con una gran sonrisa, en este caso, como en
muchas otras cosas, verás que tu bien si funciona.
Además, la mejor manera de mostrar tu
gratitud está en aceptar todo con alegría.
Si tienes alegría, ésta brillará en tus ojos y en tu aspecto,
en tu conversación y en tu contento.
No podrás ocultarla por que la alegría se desborda.
La alegría es muy contagiosa. Trata, por tanto, de estar
siempre desbordando de alegría donde quiera que vayas.
La alegría, ha sido dada al hombre para que se regocije
en Dios por la esperanza del bien eterno y de todos
los beneficios que recibe de Dios.
Por tanto, sabrá como regocijarse ante la prosperidad
de su vecino, como sentirse descontento ante las cosas huecas.
La alegría debe ser uno de los pivotes de nuestra existencia.
es el distintivo de una personalidad generosa.
en ocasiones, también es el manto que cubre una vida
de sacrificio y entrega propia. La persona que tiene
este don muchas veces alcanza cimas elevadas.
El o ella es como el sol en una comunidad.
Deberíamos preguntarnos:
"¿En verdad he experimentado la alegría de amar?"
el amor verdadero es un amor que nos produce dolor,
más que lastima y, sin embargo, nos produce alegría.
Por ello debemos orar y pedir valor para amar.
¡Que Dios te devuelva en amor todo el amor que hayas
dado y toda la alegría y la paz que hayas
sembrado a tu alrededor, en todo el mundo!
Madre Teresa de Calcuta.
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