Los ojos más dulces de la tierra
Desengañémonos:
aquellos que más nos quieren
no nos convienen nunca.
Acaban siempre
por tener que tomar alguna
decisión muy grave; nos dejan.
Cuando unos días más tarde
nos caemos en medio de la calle,
de dolor, de debilidad, de desamparo,
alguien a quien ni siquiera conocemos
es quien nos ayuda, y al despertar
en cualquier camilla de
hospital descubrimos
en la enfermera de turno que
nos cuida los ojos más dulces
de la tierra.
Ángeles Carbajal