Cuando la puerta de la felicidad se cierra,
otra se abre solo que a veces no la vemos porque
nos quedamos paralizados frente a la que se cerro .
No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos…
pero otras veces no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.
Deja que crezca el amor en el corazón de otra persona, y si no crece,
se feliz porque creció en el tuyo.
Ama hasta consentirte en lo amado y más aún hasta convertirte en el mismísimo amor.
El amor llega a aquel que tiene fe y espera,
aunque lo hayan decepcionado…
A aquel que aun cree y sueña, aunque haya sido traicionado…
A aquel que todavía anhela amar, aunque antes haya sido lastimado… …
llega al que tiene el coraje y la fe de seguir amando sin ser recompensado.
Dejemos que los demás sean auténticos, que sean ellos mismos,
de lo contrario amaríamos el reflejo de nosotros en ellos.
Siente por alguien que te comprenda, que te haga sonreír,
y que transforme tus amarguras en dulzuras.
Alguien que cautive tu corazón y lo libere de sus cadenas…
y que lo deje ser libre para sentir de verdad.
Que bello es soñar con la persona amada,
atravesar el tiempo y el espacio para unirse mas allá de nuestra imaginación,
en ese mundo en el que soñamos estando despiertos,
con sueños tan vivénciales que nos hacen sentir que ese ser esta ahí,
solo esperando que demos un paso para cobijarnos entre sus brazos…
La felicidad espera a aquellos que sueñan.
Hay otras puertas que conducen nuevamente al amor…
La felicidad espera a aquellos que tratan de abrir esas puertas
y que dejan de mirar la que en un momento los paraliza…
Solo hace falta entregarse a esa nueva ilusión,
dejarse consumir por el fuego de esa llama y proponerse no poner limites a esas sensaciones.
Porque el verdadero amor no conoce de límites ni de fronteras
y podemos encontrar nuevamente a quien amar,
mas allá del horizonte.
Alejandro Bethecourt
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