Amamos las catedrales antiguas,
los muebles antiguos, las monedas antiguas,
las pinturas antiguas y los libros antiguos,
pero nos hemos olvidado por completo del
enorme valor moral y espiritual de los ancianos.
Debemos estar agradecidos de nuestra edad pues la vejez
es el precio de estar vivo.
Cuando ya se han cumplido 80 años o
estamos cercanos, todo contemporáneo es un amigo.
Muchos grandes hombres han hecho
sus granades obras a más de los 80 años.
Jacinto Convit está a punto de desarrlollar
una vacuna contra el cáncer a los 96 años.
Yo moriré un día cualquiera,
de un verano cualquiera, de un año cualquiera.
Pero no habrá fuerza capaz de detener a quien sueña,
a quien construye aún sobre cenizas,
a quien ama,
a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión,
a quien no olvida que el tiempo pasó...
ENTONCES¡
ADELANTE!
SIEMPRE ¡
ADELANTE!!!!