Tristeza
Hace mucho caminas a mi lado,
me tomas del brazo, recuestas
sobre mi hombro tu cabeza.
Te veo junto a mi cada mañana.
En mi cama, al abrir los ojos
y receptar la luz
de lo que nuevamente empieza.
Eres mi amante inseparable.
Me acompañas de noche y en mis sueños.
Me abrazas con fuerzas pasionales,
en la lujuria del desvelo interminable.
Me besas, me acaricias y no cesas…
No te detienes un segundo.
Cada vez que pareces terminar:
recién empiezas.
¡Tristeza…!
¡Tristeza…!
De tanto estar conmigo en desencuentros,
te llamo compañera…
Reposas en mi alma como estigma,
que sangra cada noche
en sus quimeras.
¡Me permites soñar!.
Luego…
Luego me muestras
la realidad fugaz de frío abyecto.
Toma tu helada mano de la mía
y me conduce por iguales sendas:
¡Decepción…!,
¡Dolor…!,
¡Soledad…!,
¡Siempre la espera…!.
No puedo reprocharte de traiciones.
¡Has sido siempre fiel, mi compañera!.
De esa: “tu matriz de angustia” cada día,
veo renuevos de esplendor pujante,
que ensombrecen mi vida hasta el cansancio.
Caminas a mi lado cual mi sombra
y proyectas tus saetas hasta el alma.
Has puesto en el sangrante cofre de mi pecho,
tu dardo de inquina lacerante.
Besan tus labios mis manos con dulzura,
recuperando la confianza que perdieras.
Pero a poco de ver, siento que mientes.
Que la ilusión del beso que me entregas,
se vuelve lágrima oscura de repente.
Son tus armas traidoras las que logran
llevarme más allá del inconsciente:
¡Ilusión…!
¡Irrealidad…!,
¡Sueños…!,
¡Proyectos…!,
Todos ellos en tus manos fueron muertos.
¡Ay mi vieja amante y compañera…!
De tanto estar contigo,
–a veces pienso-,
que no sabría que hacer si te perdiera.
De tanto estar unidos se me olvidan,
las infinitas veces que besaste,
mi sístole y mi diástole en promesas.
¡Mis amigos queridos que partieron…!
¡El último beso que despidió a mi madre!
¡El perder el Amor de mis albores!
¡Y el adiós de una hija, por un padre…!
En fin…
dirás con tu cruel indiferencia,
que no son más que cosas de la vida.
No te reprocho nada,
ya te he dicho,
que de tanto estar contigo no sabría,
que hacer si te marcharas.
Hoy nuevamente he sentido
tu mano acariciarme…
Una lágrima de sangre se ha caído
de un corazón errante.
Se marchitó en silencio una rosa,
¡blanca…muy blanca…!
tan sólo en un instante.
¡Se ha muerto otra ilusión…!
¡Besa mis labios con
pasión de fuego
mi vieja y fiel amante…!
AUDROC..
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