CANCELANDO LA DEUDA
Cuando cometemos algún error, tendemos a justificarnos diciendo: “La culpa no es mía”, es una actitud muy común hoy en día. Esto es así porque hay personas que no están dispuestas a asumir sus propias culpas, sino que buscan que otro pueda cargar con ellas.
El Padre Nuestro menciona los compromisos que Dios tiene para con nosotros, pero solo hay uno que nosotros debemos cumplir: “perdonar a los deudores“ Mateo 6:12
La alusión a la deuda describe perfectamente al pecado. Una persona que ha sido lastimada, siente usualmente que la persona responsable le debe una disculpa o resarcimiento. Pero al mostrar misericordia a alguien que no has lastimado ponemos un sello de “cancelado totalmente” en su deuda. Ya no se requiere ninguna compensación o retribución.
A veces, nuestras heridas son tan profundas que el perdón no viene fácilmente. Recuerda que Jesús lleva las heridas de los pecados de toda la humanidad y que su Espíritu Santo nos ayuda para que podamos perdonar. Aunque es posible que tu deudor no haya hecho nada para merecer misericordia, decídete a dársela de todos modos, así como Jesús la tuvo con todos nosotros.
Cuando Dios perdona, nunca más se acuerda de nuestros pecados “Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados. “ Jeremías 31:34. Esto no significa que ellos nunca ocurrieron, sino que el Señor se niega a utilizarlos como una razón para castigarnos.
Sigamos ahora su ejemplo, dejemos de vivir como víctimas y mostremos misericordia al igual que nuestro Padre. Seamos valientes para reconocer nuestras faltas y también para perdonar. “Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.” Mateo 6:15.
¡Sea grande o sea pequeña, cancelemos la deuda!