Mamá decide en tu niñez lo que más te conviene. La abuela decide lo que más te divierte.
Abuelas y nietos viven al día.
Abuelas y nietos gustan detenerse a observar las mariposas y hablar con los gatos.
Las abuelas pasan de tu plato al suyo la verdura que no te gusta.
Las abuelas "están de acuerdo" con las madres, pero consiguen cambiar un poco sus ideas.
Una buena abuela deja que le cuentes
todo el argumento de la película que también ella vio por televisión. Y
además revela su sorpresa.
A una buena abuela no le importa que subas a su cama a las dos de la mañana. Con tal de que no te muevas.
Una buena abuela nunca te besa si no quieres.
La abuela escucha cuando nadie prestaría atención.
Las abuelas están dispuestas a decir: "No importa cariño, ya se te pasará, de verdad"
Lo que hace a una abuela tan especial es que siempre está allí por nosotros. Siempre.
Los nietos piensan que es raro que las
abuelas tengan piel y huesos tan viejos cuando, evidentemente, por
dentro son de la misma edad que ellos.
Es increíble que, de la mañana a la
noche, una dama madura aprenda a sentarse en el suelo con las piernas
cruzadas, a tocar un tambor de hojalatas, graznar como un pato, cantar
villancicos, hacer flores de papel, dibujar cerditos y coser ositos de
peluche gravemente dañados.
Las abuelas vienen en docenas de
formas, racimos de arrugas, idiomas, vestidos, pieles, y grados diversos
de envejecimiento. Pero siempre tienen el mismo amor en el centro.
Las abuelas saben lo que es seguir adelante, crear un hogar y dar a los chicos un empujón en la vida.
Las abuelas te dan un sentido de la proporción.
Deseo que en el mundo cada niño asustado, solitario, enfermo o desconcertado tenga una abuela hacia la que correr.
La abuela tiene en su cabeza un mundo
que nunca conociste. Ahora te lo entrega para que lo guardes con tus
propios recuerdos, y para que, a su vez, lo entregues a tus nietos.
Trátalo con cuidado