Lo difícil,es ser capaces de no quedarnos anclados en el sabor amargo de lo que pudo ser y no fue.
Animarnos a traspasar la tristeza de los fracasos y las muchas limitaciones,
hasta conseguir aprender de los propios errores.
Un aprendizaje que sólo llega
si somos capaces de abordar esta conciencia con ilusión y deseo de cambiar;
sin ignorar aciertos pasados y sin despreciar los empeños que,
aunque no resultaron del todo exitosos, valieron la pena.
La reflexión sobre la propia vida,
aunque nos resulte tediosa y hasta amenazante a veces,
es lo único que nos permitirá una visión más trascendente de las cosas.
Esta visión más profunda y sosegada es condición para no perder el rumbo,
es necesaria para impedir que las preocupaciones cotidianas
o la carrera contra el tiempo nos desvíen la atención de lo realmente valioso,
es imprescindible para no dejar que lo urgente postergue a lo importante.
Jorge Bucay
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