trajo también algo de luz; yo la puse
en un vaso y poco a poco se ha apagado
la luz y se apagó la rosa.
Y ahora miro esa flor igual que la miraron
los poetas barrocos, cifrando una metáfora
en su destino breve: tomé la vida por un
vaso que había que beber y había que llenar
al mismo tiempo, guardando provisión para
días oscuros; y si ese vaso fue la vida,
fue la rosa mi empeño para el vaso.
Y he buscado en la sombra de esta tarde
esa luz de aquel día, y en el polvo
que es ahora la flor, su antiguo aroma,
y en la sombra y el polvo ya no estaba
la sombra de la mano que la trajo.
Y hoy veo que la dicha, y que la luz,
y todas esas cosas que quisiéramos
conservar en el vaso, son igual que las rosas:
han sabido los días traerme algunas, pero
¿qué quedó de esas rosas en mi vida
o en el fondo del vaso?