Un ejército pacifico y unido que crea en el valor de las pequeñas cosas.
Gente que construya la historia y no se deje arrastrar por los acontecimientos.
Más corazones desarmados, en un mundo lleno de guerras.
Almas magnánimas en una sociedad interesada.
Espíritus fuertes para un siglo de mediocridades.
Más trabajadores y menos personas que critiquen.
Más ciudadanos que digan:”Voy a tratar de hacer algo”, y menos que se contenten con:”Es imposible”.
Un número mayor de audaces que se lancen al fondo del problema para resolverlo y un número menor de fatalistas acomodados en la omisión.
Más amigos que se arremanguen con nosotros, y menos demoledores que apunten solo defectos.
Más gente que almacene esperanza, y menos frustrados que acarreen toneladas de desánimos.
Más personalidades que perseveren y menos colegas que comienzan y nunca acaban.
Más rostros sonrientes y menos frentes nubladas.
Más compañeros bien asentados en la realidad y menos soñadores pendientes de las ilusiones pasajeras.
Necesitamos con urgencia, sin falta:
Un mundo en manos bienhechoras encendiendo una luz, para iluminar el pesimismo de la multitud. Un fósforo, en la mano…. Pequeño, ¡pero tan importante…!
Pequeño, insignificante, ¡pero como ilumina disipando la oscuridad!
Autor: Roque Schneider