SONETO A CONSUELO
En la sonrisa de tus labios rojos
Brilla el candor de tu infantil belleza,
Rubia es la luz que inunda tu cabeza,
Viva es la sombra de tus negros ojos.
Tu alegre faz mitiga mis enojos,
Y siendo tú consuelo a mi tristeza,
Siento dolor porque tu vida empieza,
Y es la vida mortal senda de abrojos.
Me aterra el ciego afán del mundo vano
Al contemplar la plácida ignorancia
Con que hoy te guarda la inocencia amiga.
Mañana... no lo sé; ¡terrible arcano!...
Flor que empiezas a ser toda fragancia,
Alma toda candor, ¡Dios te bendiga!
José Selgas y Carrasco