Piel de durazno,
brillante como
luna,
¿adónde dejaste
tu mirada acogedora?
¿Te vestiste de
negro
antes de matarme, esposa mía?
Moriré con ternura,
disfrazada
de víctima
por tu acto final.
Pero, detrás de las cortinas
serás
mía, y de ningún otro.
Te encerraré
en la jaula de mis huesos
y tú
harás
de mi cuerpo tu morada.
Sólo,
no me pidas amor
porque no
puedo darte
más de lo que soy.
S. Favaretto