LA LEYENDA DEL TULIPÁN ROJO
En un fabuloso palacio de mármol, rodeado de magníficos jardines, vivían el príncipe Farhad y su encantadora esposa Shirin.
Ambos se profesaban un intenso amor y gozaban de las delicias de una vida armoniosa, exenta de problemas y rodeada de espiritualidad.
Tomados de la mano, solían pasear en horas nocturnas por los jardines, murmurándose palabras de afecto y contemplando las estrellas que, cual cósmicos ojos, los observaban y enviaban la claridad de sus frías miradas. Un embrujo especial los rodeaba y ellos se sentían inmersos en un espacio mágico, pletórico de voces susurrantes y aromas embriagadores que los sumían en un éxtasis inenarrable.
En una ocasión, Farhad debió realizar un viaje por razones de Estado. Shirin no hallaba consuelo, mas disimuló su angustia para no afligir al amado. Un oscuro presentimiento estrujaba su dolorido corazón y una angustia inexplicable cual llaga viva martirizaba su alma, que la atribulaba constantemente.
Farhad cumplió su misión y regresaba feliz, pensando en el momento en que volvería a tener entre sus brazos a su esposa, cuando un mensajero le dio la noticia: ella había muerto. Él, desesperado, se alejó de su comitiva y galopando frenéticamente se dirigió hacia un precipicio, bajó del caballo y se arrojó al abismo. Había comprendido en un instante que no deseaba vivir sin la presencia de Shirin y, sin vacilaciones, fue a buscarla al más allá.
De su cuerpo inerte brotó una planta que ostentaba una flor hermosa, una flor trágica pero muy bella: había nacido el tulipán.
Fuente: Reflexiones y cuentos