Según el día transcurre, tengo confianza en que las personas que conozco y amo me apoyan. Hasta las personas que nunca he conocido pueden tener un efecto directo en mi vida a medida que aportan al bien común de la humanidad. Las conveniencias y necesidades de la vida: alimento, medicinas y más, fluyen a través de muchas manos.
Tengo fe en el Espíritu divino en mí con respecto a cada faceta de mi vida. Sustento mi alma gracias a la oración y la meditación.
Dios mora en mí, apoyándome siempre y guiándome a través de todo reto. Confío en las palabras de Jesús que aparecen en el Evangelio de Marcos: “Tengan fe en Dios”. Con este recordatorio poderoso, mi mente y corazón se llenan de paz. Más importante aún, mi alma rebosa de fe imperturbable.