Doy gracias porque el amor divino prevalece en mi vida.
Si no tengo éxito en aceptar las cosas que no puedo cambiar, es hora de entregarme a mi ser crístico. Entregarse no es abandonar ni cesar, más bien es hacer a un lado mi ego y confiar en el Espíritu en mí por paz mental.
Entregarme me permite cambiar de una posición defensiva a una voluntad creativa y de mente abierta. Estoy receptivo a las ideas divinas, y soy libre para adoptar actitudes y perspectivas nuevas. Retoños de posibilidades surgen, como la lluvia anhelada por la tierra seca. Nuevos retoños de posibilidad brotan donde una vez creció la frustración. Las ideas tiernas, alimentadas por la fe, son motivadas a crecer y a dar abundancia de bien. Doy gracias porque el amor divino prevalece en mi vida.
Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Así como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo … así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.—Juan 15:4