Dios es el mayor empleador del mundo.
Yo confío en su gran abundancia y
en que me va a dar el mejor empleo que hasta ahora haya
conseguido. Un empleo donde voy a estar feliz.
Voy a ser próspero (a), porque tendré muchas oportunidades para ascender.
Un empleo donde el ambiente de trabajo es maravilloso.
Un empleo donde mis jefes son temerosos de Dios y brindan un ambiente cálido y justo para sus empleados.
Por
esto, yo voy a durar mucho tiempo en ese empleo y me sentiré feliz
trabajando
allí donde Dios tiene muchos bienes para mí, en armonía con
todo el mundo.
En agradecimiento, yo siempre estaré feliz,
compartiendo con todos las alegrías del Señor,
enseñando calladamente
con humildad y con mi ejemplo, la constancia, la lealtad,
la serenidad,
la responsabilidad y dando todos los días con mucha alegría,
lo mejor de
mi, para que lo que yo haga con amor, sea en beneficio de muchas
personas.
Amén, gracias Padre que me has oído y esto está hecho.