¡¡¡ LAS SOMBRAS QUE VAGAN CON LA LUNA !!!
*** Versos de la Rosa ***
Tuareg que vagas taciturno entre sombras
dejando tus huellas entre la duna arenosa,
caminas de noche con dromedarios fuertes
hasta que un Oasis disipe la sed de la vida.
Prefiero la sombra en la fresca anochecida
al caliente tártaro de una arenisca infernal,
Sahara donde su infierno se viste de arenal
hasta que encuentras lo fresco en la noche.
Protegido por sus chilabas del calor del día
los que presumen tener agua en la sombra,
caminan siempre hasta que su Luna asoma
acompañando un fuego de la arenisca seca.
Beduino que vagas rezando esas profecías
para ofrecer al Profeta con su leche y miel,
todo Tuareg gobierna siempre los camellos
con un silencio sosegado de su grácil Luna.
Reglando sus pisadas que las bestias dejan
en la agradable sombra de esa Luna amiga,
desierto que meces ese Siroco en las Dunas
levantando las crestas con areniscas secas.
Cuando el Tuareg siente que habla su soplo
es como si ese Profeta encendiese el sentir,
de este ardoroso ser tan severo en su ardor
protegiendo su caravana de la muerte seca.
Sobrevivir son palabras que aviva la suerte
cuando la canícula de Sol buscas oscuridad,
cubro cuando anochece con pieles mi Jaima
esperando que la Luna asome en la sombra.
Para que su pozo del Oasis me quite la sed
sosiegan los dromedarios colmados de paz,
Sahara lo llaman lo que antes era un jardín
antes de apartarse y formar una Amazonia.
Cuando su Creador de la Duna hizo la arena
vió esta transparencia como cristal radiante,
como joya tasada que aporta su sed al agua
esa sombras que irradia la luna por la noche.
Deja sus siluetas de la caravana en la arena
para privarle al Sol de ese poderío ardiente,
dejando que su Luna ilumine esa noche fría
cuando los Tuareg se aletargan caminando.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
23 de mayo año 2020
Comentario de autor:
La sombras que vagan con la Luna, entregan su caminar a la frescura que la noche aporta y dejan efímeras huellas sobre la arena de las interminables Dunas que se mecen altivas en el ardiente silencio.
Se hacen llamar, Hombres Azules, por su venerable constancia y respeto a todo lo que sobrevive en su desierto tórrido, sea la arena, el viento ó el agobiante ardor.
Yo he vivido con ellos un tiempo en Mauritania y he visto lo que los Hombres Azules logran hacer para sobrevivir.
Así lo piensa y así lo ha vivido:
El Hombre de la Rosa