No tenía sueño, había dormido poco, esta mujer de muchos sueños, al fin pudo cerrar sus ojos toda una tarde fría, y lanzar el anzuelo para que no se le escaparan, el sueño ni los sueños. Aquella noche de luna clara, sentada a su lado, nos dimos a la tarea de recrear un firmamento de papel, empezamos recortando estrellas, y ella gozosa las dispuso sobre un fondo azul oscuro, con un capricho de galaxias que se movían ágiles entre sus dedos temblorosos. Luceros gigantes y algunos diminutos, con sus puntas totalmente asimétricas, iban y venían, cientos de segundos galácticos fueron suficientes para que , la dama de la noche, hiciera su aparición, ella tomó un lápiz y como un Dios creador, se quedó pensativa: luna llena? Luna nueva? Las tijeras en majestuoso silencio solo obedecían, y por un desliz de cortado quedó en perfecto cuarto menguante, y como algodones de papel empezó a recortar nubes, solo algunas, para que no taparan las estrellas, y de pronto, la inspiración rompió la monotonía de la penumbra. El sol. Pero, madre, y dónde lo ponemos? No contestó, solo en su imaginación el tendría un lugar. Con un color amarillo encendido dibujo un círculo luminoso y los rayos disparados en todas direcciones. Lo puso exactamente encima de la luna, la falta de espacio en el papel infinito del cielo, la dejó profundamente dormida contemplando un magnifico eclipse lunar. ALBA