Sollozos enmudecidos inundan su alma.
Irremediable despedida descalza los
adioses mutilados en el pecho
desangrado.
Revoltoso llanto, déjala respirar.
¡Acaso te parece poco la corpulenta
congoja que causa la vil mentira en
una traición!
En la nefasta languidez de su
tristeza se marchitó la confianza
que a él entregó.
Ella decidió alejarse sin previo
aviso; no provocará la querella que
desborde la ira de su herido corazón.
La dama de las letras ha
plasmado una triste historia,
con su diadema de estrellas recorrerá
otras esferas.
Agradece a las luciérnagas la
verdad que en sus luces a ella le
ofrecen.
María Elena Rodríguez
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