La Solterona
Nubladas ya sus esperanzas vanas, Al espejo contempla con tristeza, Cómo invaden su rostro y su cabeza Las traidoras arrugas y las canas.
Entonces: ¡Oh Dolor!
Pierde las ganas De dar jalbergue a su infeliz figura, Y a criticar a las jóvenes empieza Que la fresca beldad, muestran lozanas.
Ante ella las demás son cualquier cosa, Dice que tuvo novio y no quiso Casarse, por ser harto quisquillosa;
Y, en fin, cuando comprende que es preciso Disipar la ilusión de ser esposa, Se dedica a ganar el paraíso.
Victorino Abente Y Lago
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