DE CANSANCIO Y AMARGURAS
La amargura se derrama por todo su cuerpo.
Se resecan los nardos en los ojos,
La tersura va quedando atrás,
Solo hay surcos sobre la frente,
bajo las mejillas.
Va perdiendo la lozanía que le cubría
con aquellos remolinos locos de la juventud.
No se queja,
vivió intensamente.
Trasnochó sus horas sobre carbones encendidos,
casi naufraga en los mares del delirio,
se quedó sin labios de tanto besar,
sin conocer los nombres de aquellas bocas.
Hoy la amargura se derraba sobre su sombra.
Ya no corre.
Sus piernas han perdido el camino,
dejaron atrás el laberinto
en rutas turbulentas.
Ahora dice – ¡basta!
Tal vez pueda recoger la cosecha
sobre sus entrañas áridas.
Al fin de cuentas
ya su boca no puede degustar sabores,
es que se bebió la vida hasta el último contorno.
Y ahora no desea nada más.
Carmen Amaralis Vega Olivencia