En algún lugar, en este preciso instante, hay alegría. Permítele llegar a ti.
No hace falta que organices nada para que la alegría aparezca, ni rogar a la vida que llegue a ti. Todo lo que debes hacer es darle lugar, y allí estará.
La alegría no necesita de circunstancias especiales ni de una condición determinada. Sólo necesita que tú permitas que aparezca.
En esos instantes pequeñitos, irrelevantes, la alegría está siempre lista y esperando. En los momentos imponentes y dramáticos, también está.
La alegría estará si tú se lo permites. Recuerda, y verás cuán a menudo has reconocido que esto era así.
Baja tus defensas, abre y pon en evidencia tu más auténtico sentido de la vida. Puedes tener la certeza de que la alegría te alcanzará y te dará plenitud