Guardo tu recuerdo amigo como un tesoro precioso. La calidez de tu abrazo, las palabras sencillas de consuelo. Más veces me has levantado tú de la tumba que ningún Lázaro. He deambulado en los valles fríos sin miedo gracias a tus consejos. Por eso no olvido y honro la amistad y el coraje prodigados. Tarde me acordé de devolver. Te habías ido en silencio dejando la puerta de la muerte entornada. Fuiste un padre, un hermano, un hijo, y no hizo falta sangre ninguna de por medio.