EL AMOR Y LA AMISTAD
Andar por el camino de la vida es más fácil de a dos porque caminar no es solo avanzar sino también descubrir y sortear los peligros. Es como decir sin hablar y mirar el tiempo sin miedo y también es dar porque te nutre. Es pedir perdón con convicción y esperar sin angustia.
El amor y la amistad, que es una de sus formas más sublimes, nos es perfecta pero vale la pena.
Por mis venas, por las tuyas, podrán correr tiempos y pasiones y así cuando en algún recodo angosto zozobre algún momento, seguiré estando. Vistiendo las calles y las farolas que quedaron huérfanas con luces que solo alumbran la ausencia.
Y así cuando en el final de la estación distinta, solo queden en las manos el polvo de las semillas y algunos terrones resecos, y en el pecho desnudo y frágil golpee el viento estéril de las cosas sin importancia, seguiré estando, al lado de los leños, sentado en el espejo del horizonte. Consumiendo la aceptación, tratando de ser más sabio, más inmerso en el sosiego, con la transparencia de la vida que siempre amanece con sorpresas.
Y si en lugar de ver, los bordes de la duda, solo escuche las guitarras, sonoras y rasgando la oscura siembra en la noche, en las sombras que rodean los sembradíos de la razón, aun así, seguiré creyendo, que aún se puede.
Seguiré alejándome de esta conjura de espejismos, de esta irracional equivocación de no haberme asomado a las cornisas de la osadía y cuando caiga el sol más allá de la vastedad marina, ahí donde reinan las musas vestidas de algas y el profundo abismo donde se esconden las preguntas, yo prenderé un fuego, un candil de emociones, desplegare una enorme constelación de palabras cantadas.
Y entre tantas sonrisas, entre tantas bocas, entre tantas manos, no quedará lugar para las heridas, solo el amor y la amistad.
Carlos Brid