La muerte de Tutankamón fue sospechosa desde que se descubriera su tumba en 1922, porque al ser despojado de sus vendas pudo verse que era joven, y que tenía un golpe en el occipital.
Ya pasan más de 33 siglos y aún se especula por el autor del atentado, algunos historiadores acusan al visir Ay, que era el único autorizado a penetrar los aposentos reales, y al mismo tiempo el que más ganaba con esa muerte, porque el faraón al ser joven no tenía descendencia y él era el más cercano al trono.
Otros piensan en la mano de Horemheb, general que no podía estar al margen de los acontecimientos, pero nada en claro, el caso es que con la muerte de Tutankamón concluye la XVIII dinastía, y con ella los faraones de la sangre, lo demás es historia.
Tutankamón
Las tétricas formas de la aflicciones
se apuraron todas cual tragos amargos
y los sacerdotes con sus compasiones
cantaban sus himnos en tristes letargos.
Los dioses de Egipto guardianes del Nilo
siguieron los cursos sin más decisiones
ni tampoco Sobek, (el dios cocodrilo)
pudo hacer patente sus demostraciones.
Esperaban listos embalsamadores
con sus largos garfios, aceites y vendas
y fieros custodios amenazadores
cuidaban las puertas, palacios y sendas.
La doble corona, la blanca y la roja
del bajo y el alto Egipto confuso
solo parecían sufrir la congoja
ante aquél reinado que fuera inconcluso.
Pasaron los tiempos, pasaron milenios
los viejos recuerdos los cubrió la arena
y nadie creería, ni tal vez los genios
la oscura tragedia detrás de la escena.
Nadie supo nada en aquél momento
de un cruel asesino que escapó a la historia
y aún hoy no tenemos ningún argumento
de quien fue la mano terrible y notoria.
Una momia regia, un cráneo horadado
en el templo un salmo largo y reverente
máscara de oro, hierbas, un tratado
para la otra vida fácil a occidente.
Cabeza de Anubis... aquél dios chacal
y Hathos que era reina diosa del oeste
allí se grabaron para espiritual
ayuda al difunto en su viaje agreste.
Todo manifiesta allí la sospecha
del autor de un hecho oscuro y directo
que nos testifica desde aquella fecha
que fue el primer crimen planeado y perfecto.
Ernesto Cárdenas.