Amor,
¿alguien acaso puede explicarlo? Nunca muere, y viaja incansablemente por los corazones de todos nosotros, sin dar ninguna explicación.
¿Realmente importa el resto?
Lo más hermoso que le puede pasar a alguien, es querer y ser querido. O incluso amar y ser amado.
El color negro con el que uno solía ver la vida, ahora se convierte en un cálido azul, o un apasionado rojo. Nada nos preocupa del todo, siempre y cuando contemos con nuestros seres queridos. Y uno lucha empecinado en que ese amor dure por siempre, feliz de haberlo encontrado. Y escribe horas y horas, tan sólo pensando en su sonrisa, en sus ojos, en sus dichos.
Las palabras parecen nacer de los incansables dedos del escritor, y nada más. Silencio. Paz.
El sólo hecho de saber que, al menos del otro lado del mundo, hay alguien que uno quiere, que siempre lo espera, lo desea, es suficiente motivo para sentirse afortunado.
El amor parece salvarnos de las inquietudes que todos tenemos, de esas preguntas que, aunque sabemos que no tienen respuesta, las buscamos hasta el cansancio.
En un instante, el delirio inunda estas palabras.
El amor lo es todo: es ganas de vivir, es energía, es el motor de la vida. No hay nada más.
El estudio y el trabajo son amor, ya sea a la profesión, o al deseo de aprender, de crecer, de madurar. El hecho de luchar día tras día por ser felices, implica un cariño inmenso, primero, hacia nosotros mismos, por querer estar bien, y no tropezarse con llantos sin sentido, y luego, hacia el resto, que, al vernos contentos, también le sonríen a la vida.
Todo es un ciclo alimentado por amor.
Hoy descubrí que, a pesar de todo, es posible amar y ser amado, y por eso lucho.
Sinceramente, no me importa si el mundo se opone, o si creen que yo no soy capaz de amar. MI corazón habla, y yo lo escucho.
¿Realmente importa el resto?