La gente insegura no desea la felicidad de verdad; porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la dro¬ga de los deseos. Con los deseos vie¬nen el miedo, la ansiedad, las tensio¬nes y..., por descontado, la desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al desespero.
¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encan¬to, pero va prendido irremediable¬mente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas, llega la tristeza. La misma alegría y exalta¬ción de cuando llega el amigo, es pro¬porcional al miedo y al dolor de cuan¬do se marcha... o cuando lo esperas y no viene... ¿Vale la pena? Donde hay miedo no hay amor, y podéis es¬tar bien seguros de ello.
Cuando despertamos de nuestro sue¬ño y vemos la realidad tal cual es, nues¬tra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia. Entonces puedo decirle al otro: "Como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte." Y esta forma de amar es un gozo sin límites.
ANTONY DE MELLO