Había una vez una suegra que odiaba cordialmente a su nuera y a los hijos de ésta. Ignoro la causa de tanto rencor. La nuera, una señora de cinco anos de casada, sufría mucho con este problema. Un día me vino a consultar como debía proceder con su suegra. La respuesta fue esta: rece por su suegra con toda su alma deseándole de corazón lo mejor. Pida lo mejor para ella, pídaselo a Dios con toda sinceridad aunque le cueste mucho. "Me va a costar sangre, pero lo voy a intentar", fue la respuesta. Nunca se imaginó esta mujer que iba a recibir un consejo semejante. Pero lo aceptó y lo puso en práctica sin ponerse una fecha para concluirla, porque parte de la receta era no ponerle limite.
Yo me olvidé del asunto. Pasados dos meses la mujer pidió hablar conmigo con urgencia, "¿Se acuerda de mi suegra y del consejo que me dio de rezar por ella?. Pues a sucedido un milagro. Mi suegra ha venido a mi casa, algo que nunca había hecho, y me ha tratado a mi y a mis hijos con tan amabilidad que estoy anonadada y no lo puedo creer, es otra persona conmigo". Si tienes alguien a quien guardes rencor o alguien que te odia y quieres superar ese problema haz lo mismo y te asustarás de los resultados.
¿Qué sucede con el rezar por la otra persona? Que ablandas tu relación hacia ella, ofreces tu mano, limpias tu corazón de ese veneno del rencor y sin que la otra persona sepa cómo ni porqué va reaccionando poco a poco de la misma manera. Percibe que el veneno de su alma se va, que su corazón se ablanda y sus sentimientos hacia ti empiezan a cambiar de amargos en dulces.
Es una ley que funciona. No digo que no cueste, porque si alguien te ha hecho una ofensa grave, no es fácil que reces por ella. Hay que pagar ese precio. Si este precio te resulta muy alto y prefieres seguir enojada y llena de rencor, pagarás un precio diez veces mayor. Te amargarás la vida y nada lograrás. La situación seguirá igual o peor.
Está demostrado que el perdonar de corazón es una terapia maravillosa. Así como el odiar es un veneno que amarga la vida, que la acorta. Por desgracia hay muchas personas que pasan años llenos de rencor, que no se dirigen la palabra, que no pueden verse ni en pintura. No saben cuanto daño se hacen a sí mismas, cómo se amargan la existencia. No costaría tanto; un poco de oración por la otra persona y curaría a los dos.
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