Amor es pura gratitud, y nosotros nos ponemos condiciones. Y si nos ponemos condiciones
a nosotros mismos, ¿cómo no vamos a ponérselas a los demás?
Convertimos eso que lla¬mamos amor en un egoísmo refinado que utilizamos,
o para darnos placer, o para evitar sensaciones desagradables,
sensaciones de culpabilidad, o miedo al rechazo. Para evitar esto, co¬merciamos
con lo que llamamos amor. Si somos capaces de ver esto y de llamar
las cosas por su propio nombre, ya vemos claro.
Las acciones pueden ser malas o buenas, siempre dependerán
de la madurez y cordura del que las cometa.
ANTONY DE MELO