La Navidad para muchos es una fiesta de encuentro y su
llegada simboliza celebraciones con familiares y amigos. La generosidad,
la fraternidad y el afecto son características que se fomentan con esta celebración.
¿Cuál es su verdadero significado?
Su esencia va más allá de las reuniones y de los regalos, no reside en
lo exterior sino en el interior de cada uno. La Navidad es una oportunidad
para celebrar el amor, porque se despierta el deseo de compartir, de dar,
de obsequiar a nuestros amigos, de transmitir alegrías y de reconocer que
todos formamos una gran familia, o sea, somos parte de un todo.
Pero, todo esto no solo puede sentirse una vez al año, sino en cada momento de la vida.
En otros casos, la Navidad parece ser una época en la que se agudiza la
sensación de soledad. Muchas personas se enfrentan a ella, tratándose
no solo de la situación de verse privadas de compañía externa, sino
también de un vacío interior, aún cuando se está rodeado
de amigos o se recibe afecto.
¿Cómo se puede mitigar los efectos negativos de la soledad?
Con un cambio de actitud. Estar receptivo a establecer lazos sociales saludables,
tener apertura mental y actividades recreativas pueden contribuir, pero el hecho
de estar solo en algunos casos ¡puede tener un efecto benéfico!
La soledad restauradora permite reconectarse con uno mismo, y así es más fácil
sumergirse en la consciencia divina. Esa soledad puede llevar a establecer un espacio
de reflexión y quietud, convirtiéndose en un bálsamo beneficioso para la salud.
“Buscar el silencio, reconciliarse con la soledad y escuchar nuestro interior
son algunas de las recomendaciones que se hacen con respecto a cómo podemos
aprender a disfrutar de nosotros mismos estando solos”, afirma la psicóloga clínica
y terapeuta floral del Centro Psicológico Psicoalwa de Chile,
Cecilia Rodríguez Díaz.
El silencio se puede también experimentar en Navidad, cuando se lo relaciona
con la comunión con lo divino y su fundamento es el Amor universal.
La escritora cristiana Mary Baker Eddy definió la Navidad en su libro Miscelánea:
“El verdadero espíritu de la Navidad eleva la medicina hasta la Mente; echa fuera
males, sana al enfermo, despierta las facultades dormidas, atrae a todas las
condiciones y responde a cada necesidad del hombre”.
Cuando se aprende a sintonizar el estado interior con la fuente infinita
del Amor, se logra sanar el cuerpo y calmar la mente.
La Navidad proporciona momentos para ese aprendizaje. El primer paso es el
reconocimiento de la realidad espiritual, en la cual la Vida divina ocasionó y sigue
ocasionando la venida del Cristo, que se puede entender como la voz inaudible y
suave que susurra el bien a la conciencia humana, o como la luz espiritual que ilumina
el pensamiento. El sentido espiritual de la Navidad establece el
reino de los cielos dentro de nosotros.
¿Porqué no tener siempre dentro de nosotros el sentimiento de alegría y
gozo que trae esta época de Navidad? Podemos guardarlo en
cada rincón de nuestro corazón.
Abrir el pensamiento al Amor trae armonía y curación no solo en Navidad,
sino en cualquier época del año.