La reproducción del estado meditativo de bienestar, es un asunto mental.
El meditador puede vivir permanentemente en estado especial de ”gracia”, o puede voluntariamente cuando lo pierde, regresar a ese estado por medio de un acto, una decisión mental de búsqueda y reencuentro con el bienestar, o bien realizar dos o tres respiraciones profundas, pronunciar un mantra, o por medio de un ejercicio completo de meditación.
La vida puede ser una miseria, llena de dolor, sufrimiento, estrés, tristeza y depresión, si uno permite que la mente sea gobernada desde los acontecimientos externos, o desde adentro, por medio de los pensamientos descontrolados, tristes recuerdos y culpas.
Llegar a un estado “divino” no significa tener poder para cambiar el mundo,
sino disciplina, valor, audacia y paz,
para cambiar la forma en la que uno interactúa con ese mundo.
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