Comparte el dolor
De la forma en que los amigos de Job trataron de consolarlo
aprendemos un principio básico sobre lo que es consolar a los demás
cuando sufren: la capacidad de ayudar de un consolador no está tanto en
su talento para usar las palabras, sino en su capacidad de ser solidario.
Esa es la comprensión que Job anhelaba cuando sus amigos trataron
de corregirlo.
El Dr. Paul Brand ha expresado esta verdad hermosamente en su libro
La obra maestra de Dios. Él escribe: Cuando pregunto a mis pacientes
"¿quién le ayudó en su sufrimiento?", escucho una respuesta extraña
e imprecisa. La persona descrita raras veces tiene respuestas suaves y
una personalidad alegre y efervescente. Es una persona callada, comprensiva,
que escucha más de lo que habla, que no juzga y ni siquiera ofrece mucho
consejo. "La sensación de paciencia." "Alguien que estaba
presente cuando lo necesité." Una mano que tomar.
Un abrazo comprensivo
y perplejo. Un nudo en la garganta compartido."
A veces, al esforzarnos tanto para decir lo correcto olvidamos que el
lenguaje de los sentimientos habla mucho más alto que nuestras palabras.
Hay momentos en que lo mejor que podemos hacer es «llorar con los
que lloran»
El primer paso para ayudar a otros en sus angustias
es compartir su dolor
. . . llorad con los que lloran. -
Renuevo de Plenitud