TU EN MI SILENCIO
Aunque no me has escuchado,
sé que tú te lo malicias
que mi amor es tu corona.
Se equivocaron del todo
aquellos que se burlaban
porque yo quería la luna.
Aunque, pensándolo bien,
tenían razón en llamarte luna,
porque tú eras eso y mucho más:
la flor del universo.
Y me dijeron que mi delirio
sólo podía conducir a un desierto,
que mi sirena era lirio de aguas profundas,
y que mi barca sólo era sandalia
cubierta por la arena.
Yo me lamía las heridas…
Y hoy te digo: ¿qué más daba?
aunque el miedo a perderte
me clavaba vidrios en la lengua,
yo era ya el dueño del anillo,
de aquel amor a raudales,
yo era ya cáliz de amor rebosante,
de un sentimiento puro.
ese era tu regalo involuntario
que me envolví en sus alas,
me aprisionaba el metal de tu cadena
y sentía el vapor del amor,
ay, qué fuego me subía a la cabeza
mientras la flecha de la muerte
se deleitaba en verme lentamente morir.
Y era un incansable renacer de mis cenizas,
fénix quemado en el sol de tu pelo
y resucitado en la humedad de tus ojos de estrellas.
Mío, sólo mío era aquel tesoro
aunque no supiera más de ti,
ya me había bañado en el sentir de tu gloria
y no me sequé de esas aguas
que me ungieron para siempre el corazón
dejándome el aroma a jazmín que desprendía tu huella.
A todos aquellos que de mí se burlaban,
les lancé a los ojos mi ironía
porque era conocedor del amor perfecto
no mancillado por el desgaste de la vida
RAFAEL LEONARDO
EONARDO