Era un joven pajarillo que vivía en el canal de un arroyo escondido en Guinea Ecuatorial. Y contaban en su aldea, con recelo y curiosidad, que en algún país del Norte celebraban la Navidad. Decidió surcar el cielo, conocerla de forma personal, pues decían que su historia era capaz de transformar. ‘¡Estas loco!’ le dijeron, ‘nunca lo podrás lograr’. Pero era mayor el deseo en su alma y su ansia de volar.
"’¿Quién eres tú, Navidad? ¿Dónde te puedo encontrar? Soy capaz de cruzar el mundo por saber si eres verdad, por ver si es cierto que puedes hacer feliz a un mortal’.
“Y voló sobre los montes, de la selva hasta el mar, noche a noche, día a día, se negaba a descansar. Evadiendo los peligros, consiguió cruzar el mar, y alcanzando el continente se decía: ‘Voy a llegar’.
Pero cuál no fue su asombro, su tristeza y decepción, cuando vio que aquellas gentes eran igual en su interior, conocían, sí, la historia, y era otro su color, pero el fuerte vacío en su ser era el mismo, vivían sin amor.
“’¿Quién eres tú, Navidad? ¿Dónde te puedo encontrar? Soy capaz de cruzar el mundo por saber si eres verdad, por ver si es cierto que puedes hacer feliz a un mortal’.
“Remontó otra vez el vuelo, aunque un poco lento ya, porque el frío hacía mella en su sangre tropical. Y de pronto se dio cuenta de que no podía volar, y cayó sobre la nieve, le costaba respirar… Una niña en la mañana, lo llevo hasta su hogar, donde al fuego de una lumbre celebraban la Navidad; todavía respiraba, pudo ver aquel lugar, y escuchó con un último aliento, la historia sublime y sin igual.
“’¡Oh ven, ven a mí, Navidad! Soy un pajarillo tropical. Es difícil dar contigo en un mundo de adversidad. Al fin te veo y te saludo, sé que tu encuentro es mi final, por alcanzarte he perdido todo, y sin embargo he aprendido a volar, he ganado tu verdad, conociéndote, ya sé lo que es amar’”
MARCOS VIDAL